Rancho Chila
Manuel L. Guzmán Siller
Revisar la historia del rancho Chila, de Pánuco, Veracruz, es recorrer la historia del Cebú y el Brahman en México. Los antepasados de su propietario, el agrónomo zootecnista Manuel Guzmán Siller, ya criaban allí ganado desde el siglo XIX. Hacia 1920 su bisabuelo, don Manuel E. Guzmán, le compró a una empresa petrolera vecina ganado tres cuartos Cebú. En 1923 adquirió de 10 ejemplares Guzerat –sus primeros cebuinos puros– de la primera importación de Brasil, y una década más tarde sus hijos Carlos y Manuel Guzmán Willis trajeron cinco toros y cinco vacas criadas por J. D. Hudgins, los primeros ejemplares con registro de la ABBA que llegaron a la Huasteca.
En 1962, Manuel se convertiría en el socio número 1 de la AMCC y en su primer presidente, puesto que también ocuparon en épocas sucesivas su hijo Manuel Guzmán Maza y su nieto el actual propietario de Chila. En los sesentas Guzmán Maza es uno de los pioneros en la técnica de inseminación en Mèxico, práctica que se continúa hasta la actualidad como una de las herramientas de mejora genética.
Ya en la cuarta generación cebuista de esta familia, el Ing. Guzmán Siller inicia la transferencia de embriones en el rancho, tecnología a la que concede una importancia decisiva pues multiplica rápidamente los ejemplares superiores tanto para los reemplazos como para su venta. Atendiendo a los intereses de sus clientes, Chila ofrece, hembras y machos en pie, semen, embriones congelados, preñeces de transferencia de embrión, así como la opción de realizar las combinaciones genéticas y cruzas que el comprador solicite y contrate. Ante el cierre de fronteras al ganado en pie estadounidense, pero no al semen, los transplantes han significado la posibilidad de no perder el avance genético en el hato y poder transmitirlo a los clientes. Los toretes de Chila, a tono con la actual demanda del mercado, son animales precoces que se venden entre 16 y 20 meses y a los 24 ya deben estar trabajando en el campo.
La selección del hato hace hincapié en los vientres, base de toda ganadería. “La mejor hembra es la que se mantiene en buena condición todo, tiene una cría en un intervalo corto, y al destete nos entrega una cría que pesa la mitad de su madre”, dice Guzmán Siller, para quien lo más importante de cualquier explotación es la ganancia por hectárea ya sea medida en carne o en leche; “un hato que produce pocos ejemplares de gran peso –afirma– está completamente superado por otro que produce muchos de menor peso, pues allí tenemos una eficiencia y una rentabilidad mucho mayores”.
Aparte de las adecuaciones respecto al mercado, esta ganadería ha debido modificar su manejo de praderas debido al cambio climático, que ahora significa sequías más frecuentes y prolongadas. Aun así, desteta su ganado a los seis meses con peso de 230-240 kg los machos y 220 las hembras. Como el empadre es continuo, en ciertas temporadas hay que separar a las cías de las madres para proteger a éstas, lo que redunda en el peso del destete; no obstante, “como nuestra empresa es de genética, los pesos que se obtienen están ampliamente respaldados por una base genealógica muy sólida”.
Por otro lado, el hato de Chila es sumamente sano. Se muestrea el total del hato contra brucela y tuberculosis desde hace dos décadas y en cuanto a vacunas sólo se aplica una de protección en la vida del animal, pese a que el rancho se encuentra en zona de garrapatas, moscos, tábanos y demás. Esto es posible porque, primero, está en una zona limpia, y segundo, porque produce todos sus reemplazos de machos y hembras y por tanto no se incorporan animales de fuera. Los 450 vientres de Chila producen cada año, además de sus reemplazos, de 100 a 120 machos para venta y unas 120 hembras que quedan luego de una rigurosa selección y se venden en el rancho, subastas y ferias.
A lo largo de las décadas se ha hecho de clientela al asistir a exposiciones y eventos ganaderos a todo lo largo y ancho del país, en estas participaciones se han obtenido campeonatos nacionales, pero por sobre todo se ha hecho una dispersión de la genética de Chila. Para Guzmán Siller, quien en algunos años dejará la estafeta a una quinta generación representada por sus hijos Manuel David y Roberto René Guzmán Rodríguez, es una enorme satisfacción encontrar en cualquier parte ganaderos que en algún momento adquirieron ganado de su fierro y recuerdan los buenos resultado que obtuvieron.